Un proyecto de inversión, nace desde una idea para dar respuesta a una necesidad insatisfecha y que, con una buena inyección de recursos, se materializa en una propuesta que generará el producto o servicio necesario. Es lógico pensar que necesitamos herramientas de análisis, para llegar a tomar una decisión. Para ello existen técnicas o métodos de evaluación de carácter financiero, que buscan darle valor a los flujos de entrada y salida de dinero, para arrojar índices que ayuden a elegir al que mejor responda a las necesidades u objetivos de la administración.
Ya sobre los cálculos numéricos del proyecto, nos encontramos con una dualidad de resultados generados. Por un lado, el costo que significarían las fuentes de los recursos y su combinación, conocido como costo de capital ponderado, determinado a partir de los costos individuales de cada alternativa y la proporción en que es utilizada, respecto al total de recursos financiados.
Por otro lado, están las proyecciones de utilidades y flujos de efectivo, desprendidos de los estados de resultados proforma que se realizan, contando con los pronósticos de venta y los presupuestos de gastos operativos. Renglón aparte, merece el cálculo de la inversión inicial.
¿Qué es la evaluación financiera de un proyecto de inversión?
Cuando se habla de que un proyecto de inversión, presumimos que tiene por objeto generar rentabilidad económica y social, sobre todo que recupere los escasos recursos económicos que le han sido asignados, por creer que es la mejor alternativa. No basta que las proyecciones arrojen números superiores a lo invertido, porque entra la subjetividad nos preguntamos si ese sobre valor será suficiente para las aspiraciones de quien invierte, más allá de su resultado aritmético.
A lo largo del proceso de elaboración de un proyecto de inversión, se van acreditando varios pasos o pruebas de que el planteamiento va a resolver una necesidad insatisfecha, pero también se busca asegurar que generará un rendimiento acorde al esfuerzo de la inversión, y mejor aún, que considerando el tiempo que durará en operación, el tamaño de los beneficios no se vea afectados por los aspectos macroeconómicos del entorno.
Las etapas de estudio de mercado, de ingeniería de planta, e inclusive las proyecciones económico-contables, pueden mostrar que la perspectiva del proyecto sea favorable, arrojando cifras de beneficios. Pero si consideramos que estas cantidades están ubicadas en diferentes partes del tiempo, separadas una de la otra a veces, por un buen número de años, ahí es donde entra la duda. Considerar la realidad que el dinero tiene diferentes valores en el tiempo, nos lleva a ver las cosas de otra manera. Es cuando los eruditos financieros, proponen el uso de técnicas más elaboradas que incluyan este aspecto. El uso de las matemáticas financieras para limpiar a las proyecciones a futuro, de cualquier sospecha de no rendimiento. Por ejemplo, herramientas que incluyan el valor presente de un flujo futuro, está reconociendo la necesidad de comparar cifras de un mismo poder adquisitivo.
La evaluación financiera, por ende, será aquel estudio que busque entablar una comparación entre la inversión inicial, a precios actuales, o del año cero o de arranque, y las utilidades o flujos proyectados, pero traídos a valor actual.
Por: Luis Fernando Oviedo Villavicencio, Profesor de la Escuela de Administración y Negocios de CETYS Universidad Campus Mexicali.