Derribando los mitos de la meritocracia: Algunas reflexiones sobre movilidad social

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Por: Elian Javier Cruz Esquivel, Estudiante de Ingeniería en Ciencias Computacionales en CETYS Universidad campus Tijuana

La meritocracia es una de las nociones más arraigadas en el imaginario colectivo Mexicano debido a su simplicidad en la descripci´on de los problemas relacionados con la pobreza presente en nuestra sociedad, sin embargo, dicha simplicidad que le permite ser adoptada y utilizada como instrumento culpabilizador de las faltas de los individuos menos favorecidos de la sociedad, es la misma que refleja de forma clara las deficiencias de la propia sociedad Mexicana para analizarse desde una postura neutral, en la que los problemas sociales, económicos y políticos no sean descritos como el resultado de las acciones que aquellos individuos con menor poder adquisitivo realizan o dejan de realizar para salir del estado en el que se encuentran.

La percepción Mexicana en la que se relata que para salir de la pobreza solo se requiere trabajo duro y motivación para no flaquear presenta argumentos que se alejan de la realidad social del país, pues decide inclinarse por una visión bastante aburguesada y en cierto sentido autocomplaciente y elitista, en la que la forma en que la sociedad está distribuida en distintos estratos socioeconómicos suele ser atribuida a la falta de motivación por salir de la pobreza, así como a una consecuente apatía y desdén por parte de los pobres hacia la idea de superarse así mismos.

Dicha postura no describe la pobreza como una condición derivada de las graves fallas que el sistema posee frente a los menos favorecidos, más bien la califica peyorativamente, estigmatizándola y observándola desde la postura de quien tiene el poder para cambiar la situación, pero prefiere desviar la atención de dicha problemática debido a la estrecha relación entre su posición privilegiada, y las causas de la inequidad social que terminan por desarrollar un grado de pobreza tan característico como el de la sociedad Mexicana.

El hilo de Twitter creado por Gatitos contra la Desigualdad (2020) expone de manera muy clara y sencilla la realidad sobre la meritocracia y la falacia que representa cuando ´esta trata de imponer una realidad inexistente a la población que no se encuentra entre la clase acomodada del país.

El exponer a la pobreza como una consecuencia directa de la falta de iniciativa o de una carencia de visión o búsqueda de superación personal, así como el planteamiento de que la pobreza se encuentra abanderada por personas que no son activas laboralmente, es reducir una serie de problemas estructurales propios de la sociedad mexicana, a una dialéctica en la que se culpabiliza a las personas en situación de pobreza, sin ver más allá de la situación y oportunidades presentes en el entorno de ´estas; sobre todo existe una falta de introspección dentro de la clase más acomodada del país en la que no son percibidos los privilegios con los que dicha sección de la población cuenta.

Para deconstruir la idea de meritocracia debemos en primera instancia, comenzar por inspeccionar los argumentos a los que las personas que la utilizan como relación directa a su éxito financiero o personal hacen referencia; la gran mayoría de ellos provienen de una familia cuyas oportunidades e ingresos económicos son muy superiores a lo que cualquier miembro de los sectores marginados de la sociedad podría aspirar, incluso si trabajara toda su vida para conseguirlo, por lo tanto, la meritocracia debe de refutarse partiendo de la idea que desde el momento del nacimiento, existe un condicionamiento inducido por el contexto y la familia en la que se nace, cuya sola pertenencia a cualquiera de los dos extremos del espectro socioeconómico le otorga una notoria ventaja a aquellos que poseen acceso desde un principio a comida suficiente, un hogar decente y un entorno en el cual la satisfacción de sus necesidades básicas se encuentre garantizada.

De la misma forma, la idea de que los pobres lo son porque no han trabajado o no se han esforzado lo suficiente, nos permite visualizar de una manera más clara el desconocimiento de la clase alta sobre los trabajos que el resto de la población realiza, puesto que generalmente, conforme se va descendiendo en la escala social, el trabajo disponible se vuelve cada vez más exigente físicamente, se desarrolla en condiciones más precarias y se obtiene menor remuneración monetaria por él. Lo cual se debe no solo a que las personas en situación de pobreza no quieran aspirar a trabajos mejor pagados y en mejores condiciones, sino que simplemente las condiciones en las que nacieron les impidieron recibir una educación de calidad, o una educación en la que la principal preocupación no fuese el tener buenas notas, sino un buen desayuno; de esta manera, se les impide sistemáticamente desarrollar todo su potencial intelectual, y por lo tanto aspirar a una mejor calidad de vida.

Así pues, la narrativa de culpabilización de los pobres por su propias condiciones de pobreza invisibiliza los problemas y las fallas que el sistema político, económico y social presenta con este sector de la población; por lo tanto, es necesario transitar hacia una discusión en la que se deje de mencionarle a las personas que se puede salir de la pobreza si se desea, porque la realidad de las condiciones actuales es que las personas que logran subir en la escala social son casos extraordinarios cuya ocurrencia es más una excepción, que una generalidad a la que podemos aspirar.

De igual manera, es necesario impulsar la concientización tanto para ricos como para pobres, porque mientras los ricos no acepten su papel privilegiado (y los consecuentes beneficios que han poseído toda su vida gracias a la familia en la que nacieron), y las personas pobres no comprendan que para transitar hacia la riqueza se necesita más que trabajo duro, sino una exigencia constante y justificada hacia el sistema, no podremos dejar de encontrarnos entre discursos que culpabilizan y estigmatizan a la pobreza y aquellos que la romantizan, dejando de lado las causas de ésta y las consecuencias de su existencia, abogando por una discusión en la que el debate se encuentra exclusivamente entre el sentimiento inherente de descontento por parte de los sectores marginados, y una sensación de superioridad por parte de aquellos que viven en los sectores favorecidos económicamente.

De esta forma, la discusión actual debería de estar centrada en los esfuerzos que ambos extremos del espectro, tanto pobres como ricos, hacen para disminuir la brecha que los separa; aceptando las condiciones en las que el sistema los ha mantenido, dejando de retroalimentar el ciclo en el que se nace pobre y se muere pobre, y optando por una mejor distribución de la riqueza en la que se tomen en cuenta las limitaciones que cada individuo menos favorecido posee frente aquellos que lo son más. Así también, es necesaria una reforma al sistema mediante el cual los privilegios
son obtenidos, negados y/o mantenidos, eliminando la existencia de los mismos para permitir una democratización en el proceso de obtención de una calidad de vida mejor.

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