Hemos visto antes a funcionarios, empresarios, artistas y demás subirse a tendencias y aprovecharse de lo que se está hablando para generar presencia; políticos cómo Obama y Trump hicieron uso del Big Data en combinación con análisis de contenidos para identificar palabras detonantes a usar en los discursos conforme el segmento al que se dirigirán. Vladimir Putin hace pocas semanas dijo de Ucrania que “nunca tuvo una tradición de Estado genuino”, y expresó su sentimiento de robo tras el colapso de la URSS.
Los análisis de contenido a textos, discursos, caricaturas, mensajes, redes sociales, etc. aplicados en lo particular, describen la naturaleza de los individuos que escriben dichos textos, el estilo e intención del escrito puede perfilar educación, entorno social y profesional, incluso estado psicológico del autor. De manera masiva, marcan las tendencias de comunicación, los cambios en símbolos tanto territoriales como universales e inclinaciones sociales. Esta guerra se viene fraguando hace varios años, analicemos algunos detalles aislados:
Hace algunos años, una investigación de mercado reveló que los símbolos de la revolución rusa, ese martillo que representa la revolución industrial, y esa hoz manifestando la fuerza rural, ya no significaban prácticamente nada para las generaciones más actuales, ya no conectaban con esa historia de la que hablaban, la consigna de la entonces unión soviética perdía el encanto.
Alguna vez leí un caso sobre el fracaso de cierta página de internet para la venta de juguetes infantiles en conjunto con una comunidad de consejos para jóvenes madres rusas, debido a que el trasfondo de permitir a las nuevas generaciones imaginar y crear, era una amenaza a futuro para el régimen (Small Data, Martin Lindström).
En fechas más recientes, en Rusia, la Ley “Yarova” da al estado el derecho de obligar a operadores de comunicaciones a almacenar intercambio de información de todos sus usuarios durante 6 meses; existieron protestas y firmas con contra de ella, en el 2018 el Comité de vigilancia de Rusia recibió una sanción de Distrito Tagansky (Moscú) por bloquear masivamente direcciones IP y exigir claves de descodificación, lo que trajo errores en servicios como Google, Telegram y Amazon.
Ahora vemos a una Rusia insistiendo en volver a su añorada ´grandeza´ de los años 80´s que incluía territorios ucranianos, Bielorrusia, Kazajistán, Armenia, entre otros. Si yo fuera Rusia, me preocuparía más por dar y convencer a mis actuales ciudadanos de que el régimen en el que viven es adecuado, cambiaría entonces el discurso interno, y por consecuencia en un plazo más largo, iría cambiando el cómo me verían externamente. Pero yo no soy Rusia, y Vladimir seguro conoce bien lo que sus ciudadanos opinan, las generaciones más jóvenes son muy diferentes a las anteriores, y se encuentra aterrado. Que interesante sería leer las cartas o correos de Putin.
Por: Dra. Michelle Lazcano Álvarez, docente de tiempo completo de la Escuela de Administración y Negocios de CETYS Universidad Campus Mexicali
