La empresa social: ¿La oportunidad de un capitalismo diferente?

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La crisis social y económica que ha generado la irrupción del COVID-19 ha expuesto claramente todos los retos del capitalismo del siglo XXI: la desigualdad y el cambio climático. Si bien, ambos problemas han sido estudiados y evidenciados, es en este momento coyuntural que el coronavirus deja al desnudo los grandes problemas estructurales del capitalismo financiero. 

Si la Gran Recesión del 2008 dejó una herida en el corazón del sistema y al descubierto la necesidad de reestructuración; la crisis del Gran Confinamiento ha sido el cisne negro, el cual algunos anunciaban, que ha sacudido al sistema y ha expuesto la urgencia del cambio, ya que la falta de acción no sólo condiciona las situaciones de desigualdad económica entre personas y países, sino que pone en evidencia la inviabilidad de la forma de vida y consumo de las personas en el planeta. 

Esta urgencia se ve claramente en la atención hacia nuevos planteamientos que permitan un nuevo pacto y orden social mundial, con nuevos incentivos que privilegien la sostenibilidad, la resiliencia, la inversión en bienes públicos y, en general, la inversión en las personas, con el objetivo de “construir sociedades y economías más equitativas” (Georgieva, 2020, p. 11). 

Asimismo, se buscan ejemplos prácticos de otros tipos de capitalismo, como el capitalismo sabio (visión desarrollada en Japón) y, sobre todo, se buscan nuevas opciones de hacer de este sistema: uno que tenga sus bondades, como la eficiencia de la empresa, pero que tenga perspectiva humana y, sobre todo, que tenga sensibilidad social. 

Esta lista de buenos deseos, aunque parezca ambiciosa, no es del todo imposible. Esto debido a que, en las últimas dos décadas, tanto los países europeos como en Estados Unidos, se ha desarrollado en la teoría, en la legislación y en la práctica un nuevo concepto de hacer negocios, la denominada Empresa Social (ES). 

¿Qué es la Empresa Social?

Si bien existe una gran variedad de conceptos que buscan definir qué es una Empresa Social (ES), en todas estas visiones se presenta un consenso general: organizaciones o emprendimientos que combinan un objetivo social con la búsqueda de éxito financiero en el mercado privado (Young, et. al, 2014). Encontrándose dos elementos distintivos que dictan lo que debe de ser una ES: misión (social o medioambiental) y el uso de los beneficios económicos. 

El componente de misión debe de responder a la pregunta ¿la organización genera impacto social o medioambiental? Asimismo, la misión de las organizaciones debe de buscar crear un impacto directo en beneficio de las personas. Desde esta perspectiva, de acuerdo con Asian Deveploment Bank (2017), el principal propósito de la empresa social debe ser: 

  • Proveer un producto o servicio que directamente colabore en resolver los principales problemas de las personas en situación de vulnerabilidad o,
  • Reducir los efectos del cambio climático o la degradación del medio ambiente ligada a las actividades humanas. 

El componente de beneficio económico debe de responder a la pregunta ¿cómo la organización observa las utilidades como parte de su modelo de negocios? La respuesta a este cuestionamiento puede derivar en dos escenarios para las empresas sociales: como aquellas que buscan el retorno financiero o como aquellas que no. En el caso de las ES que buscan viabilidad financiera deben de tener claro las políticas a seguir para el manejo de las utilidades, las cuales pueden ser parcialmente o totalmente reinvertidas con el objetivo del logro de la misión (Asian Deveploment Bank, 2017). 

Si bien la mayoría de las empresas sociales cumplen con estos dos elementos distintivos conceptuales, el desarrollo de estas en los diversos países del mundo ha estado condicionado a los valores sociales y a la propia evolución del capitalismo. Por ello, se encuentran dos grandes corrientes que definen a la empresa social: la escuela europea y la escuela estadounidense.  

La visión europea se encuentra enmarcada dentro de los valores que dieron vida a la Unión Europea, los cuales buscan la consolidación de una economía social de mercado. Por ello, que la ES se observe como el espacio de vinculación con emprendedores sociales colectivos, los cuales surgen de la organización de los ciudadanos buscando respuestas y soluciones a sus necesidades en la provisión de bienes y servicios para la mejora del bienestar de las personas. Mientras que, en la visión estadounidense la ES se define por su finalidad, es decir, como organización donde predominan los fines sociales sobre el capital, sin exigir, en muchas ocasiones, ninguna cuestión añadida. Respondiendo a la tradición individual, la ES resulta en una vinculación con emprendedores sociales individuales (Díaz-Foncea y Marcuello, 2012).

Estas diferencias de conceptos y visiones son el reflejo del desarrollo del capitalismo dentro de las sociedades. No obstante, a la falta de consenso conceptual, lo cierto es que la ES ha ido ganando terreno en la realidad: como una opción de emprendimiento y forma de hacer negocios, en el los emprendedores o comunidades pueden desarrollar sus habilidades empresariales desde una óptica social. 

Conclusiones: ¿Cómo la empresa social puede consolidar un capitalismo diferente?

Ante la coyuntura del COVID-19 y la propuesta de nuevas alternativas, como la del “Foro Económico Mundial denominada “The Great Reset”, el sistema capitalista tendrá que demostrar nuevamente su capacidad adaptativa a las demandas de la sociedad. Si bien el capitalismo logró forjar la década de prosperidad de la Posguerra, sobrevivió a la contrapropuesta económica de la Unión Soviética y logró convertirse en el sistema económico hegemónico, su evolución hacia el tipo financiero, ha demostrado ser inviable para el bienestar de las personas, y hasta del planeta. 

Sin embargo, la búsqueda de soluciones y/o alternativas no es algo que haya sucedido a la par de la pandemia, la creación de una nueva modalidad, con incentivos enfocados al aspecto social, tienen décadas formándose tanto en la parte académica como en la práctica. Un ejemplo de ello, es el concepto de Empresa Social. 

La ES logra cumplir con todos los requerimientos que los líderes mundiales buscan para el “reinicio” del capitalismo, en el que ni el capital ni la propiedad privada se vean desplazados, sino solo los objetivos de estos: el logro del bienestar de la población. Esta será la prueba de fuego para el sistema capitalista, en el que la humanidad observará si este continua con su capacidad de adaptación y evolución. 

Referencias

Dalberg Global Development Advisors (2017). Are social enterprises the inclusive businesses of tomorrow? Asian Development Bank. https://www.adb.org/sites/default/files/project-documents/46240/46240-001-tacr-en.pdf

Díaz-Foncea, M. y Marcuello, C. (2012). Las empresas sociales en España: concepto y características. Revista Vasca de Economía Social, 2012(8), pp. 143-164. https://ojs.ehu.eus/index.php/Gezki/article/view/12721/11521

Georgieva, K. (2020). Después de la crisis.  Revista Finanzas y Desarrollo, 57(2), pp. 10-11. https://www.imf.org/external/pubs/ft/fandd/spa/2020/06/pdf/la-crisis-como-una-oportunidad-kristalina-georgieva.pdf

Young, D.R., Lecy, J.D. Defining the Universe of Social Enterprise: Competing Metaphors. Voluntas 25, 1307–1332 (2014). https://doi.org/10.1007/s11266-013-9396-z


Alejandrina Barajas Ramos es Maestra en Economía Aplicada por El Colegio de la Frontera Norte (COLEF). Actualmente es profesora de las materias de Economía y Economía Internacional a nivel licenciatura y es investigadora del Centro de Investigación Económica del Noroeste (CIEN) de CETYS Universidad.

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