Sostenibilidad Empresarial: ¿Es rentable ser ecológica y socialmente responsable?

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Por: Dra. Mónica López Sieben, Directora de la CETYS Graduate School of Business de CETYS Universidad.

Las empresas serán sostenibles o no serán. 

António Guterres, Secretario General de la ONU

La sostenibilidad empresarial se ha convertido en un pilar fundamental para las empresas con visión de futuro. Tanto en el presente como a largo plazo, no basta con generar rentabilidad económica; es imprescindible crear valor social y ambiental. Es decir, las estrategias empresariales deben orientarse tanto a resultados económicos positivos como a beneficios hacia la sociedad como al planeta. Ser una empresa sostenible conlleva comprender el entorno y asumir un compromiso activo con la comunidad en la que se localiza.

Dra. Mónica López Sieben

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Más que una moda pasajera, la sostenibilidad se ha convertido en una necesidad estratégica para la supervivencia y el éxito empresarial de la empresa. Factores como el cambio climático, la escasez de recursos y las regulaciones ambientales cada vez más estrictas obligan a las empresas a replantear sus modelos de negocio. Asimismo, los inversionistas y los consumidores priorizan a las empresas con compromisos sostenibles, lo que refuerza la necesidad de integrar prácticas ambientales y sociales en la estrategia empresarial. Por esto, la sostenibilidad se ha convertido en un factor clave de la diferenciación competitiva.

Los datos hablan. De acuerdo con BBVA, en el 2020 la importancia de la sostenibilidad era de 73%; actualmente, el 79% de las empresas reconocen las ventajas competitivas de incluir las dimensiones sociales y ambientales en su gestión. Pero ¿por qué las empresas sostenibles logran una mayor rentabilidad que aquellas que no adoptan estas prácticas?

Las empresas sostenibles buscan la eficiencia de recursos, el trato digno a sus trabajadores y la minimización de los riesgos ambientales generados por su operación. Estas acciones fortalecen su reputación, generan confianza en los consumidores y atraen inversionistas interesados en modelos de negocio responsables. Estas prácticas se traducen en mayor estabilidad financiera, diferenciación en el mercado y nuevas oportunidades de crecimiento en nichos de mercado.

Sin embargo, la transición hacia un modelo sostenible requiere grandes inversiones en infraestructura, en capacitación y en certificaciones. Esto conlleva a que las empresas tengan que asumir altos costos iniciales, la resistencia al cambio por parte de los tomadores de decisiones, la complejidad para adaptarse a las normativas, la necesidad de ajustarse a los cambios en la demanda del mercado por productos sostenibles o la falta de interés por parte de los consumidores.

Si bien la guerra en Ucrania, el aumento de precios en materias primas y, en particular, el regreso de Trump a la Casa Blanca, generan un entorno desafiante y de incertidumbre para la sostenibilidad, la evidencia de su éxito como diferenciador competitivo en las empresas indica que, aunque el concepto pueda ser cuestionado, sus fundamentos sólidos aseguran su permanencia y evolución en el tiempo. Sin duda alguna, la evidente crisis ambiental y la necesidad de mejorar el bienestar social seguirán impulsando su avance.

Aunque algunos liderazgos podrán idealizar y exigir un retorno al pasado, lo cierto es que estos tiempos no fueron mejores. Por esto, la sostenibilidad no es solo un reflejo a las necesidades del presente, sino la clave para construir un futuro próspero y resiliente.

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