Falsa Abundancia y Dudosa Riqueza

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En un recóndito lugar de la selva africana, el cacique Tafari reinaba con puño de hierro. Se contaban historias fantásticas en torno a su régimen, la mayoría exaltando la extravagancia de sus gustos y lo cuantioso de su afluencia.

Un día, decidí viajar a su corte, y comprobar por cuenta propia tales habladurías.

No fue difícil dar con la choza palaciega que fungía como su hogar. Alrededor de ella, tan sólo había miseria y desolación, ecos de una próspera villa que alguna vez se irguió orgullosa.

Deslicé una cortina de seda roja y pasé por debajo del marco de la puerta.

Sentado en medio de la habitación de riquezas infinitas, el jerarca, entrado en carnes y años, me miraba con ojos despiadados.

Decidí preguntarle en un improvisado bantú sobre el origen de tal opulencia.

El hombre regordete tan solo rio de manera grotesca y llamó a su hijo.

El niño apareció de un escondrijo flanqueado por ánforas doradas y estatuillas de marfil. Se acercó a mí y me entregó una moneda de oro, todavía salpicada por un oscuro tono rojizo.

Entonces lo entendí. Aquél déspota había vendido a sus hermanos.

Mexicali es una tierra de oportunidades, de fraternal calidez, un lugar donde las acciones de Tafari podrían resultar completamente ajenas a la situación de sus habitantes. No obstante, a través de un breve ejercicio mental se puede constatar que no es así. Removamos, por un momento, la densidad arbórea de la jungla, la peligrosa fauna de exóticos colores y el despilfarro de ese jefe tribal, quedándonos sólo con su descaro.

Descubriremos, entonces, que tenemos caciques más cerca de lo que podríamos creer, dispuestos a ofrecernos promesas vacías a cambio de nuestro dinero.

Recientemente, la oleada de emoción giró en torno a las llamadas “flores de la abundancia”, una cara más de aquel insostenible esquema piramidal que cautiva a miles por sus supuestas ganancias ocho veces superiores a la inversión inicial.

Y, finalmente, aquellos en la cima, quienes persuadieron al resto de unirse a este esquema, quedan, en efecto, ocho veces más ricos, con una historia de éxito para continuar el ciclo en otro lugar. Mientras tanto, los ingenuos de la base, que muchas veces destinan aquello que habrían usado para comer, se quedan sólo con la mala experiencia.

Y los jóvenes también han sufrido por ello. Simplemente, hace pocas semanas, los esquemas piramidales adoptaron una nueva cara, con supuesta cimentación empresarial y nombre anglosajón, haciéndose llamar “Wealth Generators”.

Llegan apelando a la generación de dinero fácil, con la venta de una aplicación inútil, que disfraza el hecho de que su estrategia económica es, en sí, un esquema Ponzi, otorgando “bonificaciones” a aquellos miembros que atraigan a más personas dispuestas a pagar por el servicio.

Sólo hace falta mirar con detenimiento una de sus pláticas o una breve búsqueda en internet para ver los efectos que han tenido en otros lugares del mundo.

Efectivamente, la independencia financiera de la juventud es posible, y debería ser una prioridad para la política nacional. Pero el engaño no es la forma de conseguirlo. Sólo a través del esfuerzo, la determinación y la unidad se pueden conseguir las metas que conllevarán a un mañana más brillante.

No caigamos en su trampa, pero tampoco seamos los victimarios en su estratagema.

Por eso te pregunto, joven lector, ¿serías como Tafari y también venderías a tus hermanos por un puñado de dólares?

Aunque sea de jade se quiebra,
Aunque sea de oro se rompe,
Aunque sea plumaje de quetzal se desgarra.
No para siempre en la tierra:
Sólo un poco aquí.

-Nezahualcóyotl


Aldo Sainz, estudiante del Bachillerato Internacional de la Prepa CETYS Campus Mexicali.

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