Cuando Smith daba clases en 1752 de filosofía moral en la universidad de Glasgow siempre decía que lo mejor era el libre mercado; pero había que tener cuidado con el egoísmo de la gente, ya que podía ser perjudicial para la economía. Mencionaba que gracias a dicho egoísmo los empresarios procuraban el empleo de los trabajadores en la medida en que creaban empresas buscando la utilidad. Sin embargo, acotaba que era una navaja de doble filo, puesto que el peligro que se corría era la generación de monopolios y de grandes dividendos.Parece ser que esta idea sólo se leyó por parte de algunos economistas de manera parcial, ya que han visto el libre mercado como el dios que viene a salvar a la humanidad; sin considerar que esa pequeña palabra llamada egoísmo ha traído muchos problemas económicos a la humanidad. Argumentaron entonces que el Estado era el infiel y casi hijo del demonio, puesto que perjudicaba con su participación a la economía: al libre juego de la oferta y la demanda, al establecimiento de los precios, al aumento de las ganancias y a la sociedad que ha aprendido la palabra libertad económica como su realización.Con esa idea se inaugura el neoliberalismo en los años 70 y 80; después de ser victimizado el modelo del bienestar de claro pensamiento keynesiano que buscaba la participación del Estado y el pleno empleo. Se hablaba de la economía clara y real. Nada de subsidios ni obstáculos en su marcha. Pero eso sí, la fijación del salarios debe permanecer como está. Es decir, que el Estado fije los salarios mínimos y lo mantenga para bien de la clase trabajadora. ¡Vayamos al libre mercado con nuestros pechos sanos y con idea de progreso! Ese era el grito de los economistas formados en Harvard; esas eran las voces de los Chicago Boys y del Consenso de Washington. Y es así que arribaron los tecnócratas con su entrada triunfal y su modelo salvador de la humanidad. El objetivo consiste en aumentar las ganancias y hacer que la pobreza termine. Sin embargo, el final de la obra ha llegado en este momento de crisis y confusión. Los créditos suprime hicieron que el edificio financiero neoliberal se derrumbara. Claro que las ganancias aumentaron y se fueron acumulando en sectores altamente especuladores. En banqueros y hombres de las finanzas con alto grado de egoísmo que invirtieron en el sector inmobiliario y supieron salirse a tiempo; dejando a los bancos sin recursos monetarios y a una estela de pequeños y medianos ahorradores en la desesperación. Ahora, toca a la FED y a los bancos centrales de todo el mundo encargarse del problema. De los pobres que no han sido favorecidos y de los empresarios y pequeños inversionistas que han visto esfumado su dinero. Toca hacer lo que México hizo en su oportunidad cuando se rescataron los bancos comerciales (FOBAPROA) y que nos cobran hasta por respirar, y a los cuales les estamos pagando mucho dinero por su mala organización y egoísmo. Sin embargo, a diferencia de los Estados Unidos, les dimos un cheque en blanco y no les pedimos nada; Zedillo fue el gran condescendiente. Sin embrago, la Reserva Federal de los Estados Unidos (FED), está dando condiciones que no han gustado mucho a los especuladores financieros, ya que el Estado se está convirtiendo a fuerzas en propietario de empresas y de grandes instituciones financieras ¡Hay que salvar al planeta de la destrucción dando dinero a los bancos en quiebra! aunque muchos banqueros aparezcan en la lista de Forbes. Ahora, la palabra libre mercado no aparece por ningún lado. Se les ha olvidado a todos y se pide al Estado una solución a gritos: hace falta dinero; mucho dinero. Sólo así podemos seguir viviendo en el juego especulativo en la oferta y la demanda como eje central; en la falsa libertad del mercado. Aún así, los cantos de los economistas neoliberales siguen diciendo que el problema no fue el libre mercado. Que el culpable ha sido, y es, el Estado; puesto que no supo regular la economía desde el inicio de la crisis. A mi mente viene un caso en donde una vecina al sacar su auto de la cochera se auxilió de su sobrina para que le dijera como salir. La tontera de la señora hizo que chocara con la barda y se bajara despotricando diciendo: "Escuintla… no sabes dirigir" en efecto, parece que ahora es el Estado el que no sabe dirigir; cuando la verdad se tuvo en las manos de los grandes financieros el volante de la economía mundial que dejaron sin control por la avaricia ¿Por qué ahora los grandes bancos no dejan todo al libre mercado y le dicen al Estado o a la FED que no se meta ¿Verdad que da miedo? Por lo anterior ¡prepárense! que en las crisis los que siempre salen ganado son los de siempre y los que pierden son los de siempre ¡Qué gran virtud la mía! Y que situación tan absurda, ya que nadie, absolutamente nadie, a la hora de hacer análisis económico se acuerda de la palabra egoísmo que Smith planteó desde hace más de dos siglos. Y mucho menos en el tercer presidente de Estados Unidos Thomas Jefferson, cuando plantea que los bancos se quedarán con las casas que le hemos heredado a nuestros hijos. He aquí que el centro del problema se aleja del análisis económico y se postra en la forma infame de pensar de unos cuantos, sin importar lo que al resto de la humanidad le suceda. Y he aquí la contradicción del libre mercado y de sus seguidores a pie juntillas. Esa es la verdad, no más, no menos.
El Verdadero Origen de la Crisis Económica


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