Mis experiencias durante el semestre en Austria dejaron una gama de aprendizajes que me permitieron abrir los ojos y observar por primera vez las diferencias como similitudes entre las diferentes culturas del planeta. La cuidad me dejó encantado. Es notoria la diferencia que existe entre la organización social entre los países al minuto de llegar. Todo está calculado y perfectamente bien planeado. Basta nada más con la experiencia que tuve con el transporte público durante todo el semestre para evidenciarlo. La ciudad siempre se encontraba limpia y no se podía voltear a ningún lado sin ver algo verde. El centro de la ciudad se encontraba siempre lleno de gente, repleto de tiendas que ofrecían los productos locales de las granjas cercanas. Se inspiraba seguridad y no hacía falta ver a un oficial rondando las calles constantemente para asegurarlo. Conforme pasaba el tiempo y me familiarizaba más con la cultura local y de los otros alumnos extranjeros, me daba cuenta que empezaba a extrañar algo, simplemente sentía que algo me hacía falta. Los mexicanos somos gente que no dudamos en extender una mano amiga. La gente en Austria era increíblemente cordial y respetuosa, pero hay una diferencia entre la cordialidad y la amistad que hacen sentirse como en casa. Compañeros de dormitorio se sorprendían de la forma que teníamos los mexicanos de acercarnos a ellos y de invitarlos a convivir con nosotros, una característica de nuestra cultura llena de color. Mi intercambio fue una experiencia muy placentera; planté una semilla que constantemente me inspira a visitar otras partes del mundo. **Extracto de testimonio.
Viviendo en Austria


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