Todo comenzó una semana antes de que se cerrara el plazo para meter papeles de intercambio, corrimos, sacamos pasaporte mexicano, platicarlo con mis papás, convencer a uno que otro que meta sus papeles también… a ver qué pasa. El decidir a donde irme, para mí fue muy fácil, tenía 2 amigos que acaban de regresar de intercambio y me hablaron muy bien de Chile, y dije por qué no? Un semestre después, llegó la carta de aceptación. Universidad Mayor de Santiago de Chile. Comprar boleto, buscar departamento, que la tarjeta de descuentos, comprar maletas, ahorrar dinero, comprar ropa de verano e invierno, planear fiesta de despedida y esperar, esperar, esperar y esperar. La frase que me hizo sobrevivir esos últimos meses fue la que mi papá me repetía siempre "No hay plazo que no se cumpla". No hay día que no llegue. Y así fue. Llego el día, no podía creerlo, los nervios me invadían, nunca había viajado sin mi familia, y me fui. Una escala en Panamá y casi 12 horas después, llegamos a Santiago. En la madrugada. Un clima rico con calorcito. No teníamos donde llegar y llegamos a un hotel, la primera semana fue caminar y caminar buscando letreros de arriendos, y por fin encontramos uno, y exactamente en una semana nos lo entregaron. Era perfecto, lo suficientemente grande para 5, pero no muy grande, no muy caro. Una vista maravillosa de Los Andes, que yo creo aún soñamos con ella. Aun faltaba un mes para entrar a la escuela, y aprovechamos para conocer al máximo. También la Universidad nos tenía planeados varios eventos en lo que empezaban las clases y a lo largo del semestre. Cursos de Iniciación, Clase de Historia de Chile, Clases de Cocina, City Tour, Tour a Concha y Toro, entre otros… que hicieron nuestra experiencia aún más rica. Las clases fueron muy productivas, la escuela era muy grande y muy bonita. Con muchos laboratorios de diseño, y estudios de fotografía, cámaras profesionales y kit de luces. Era un sueño hecho realidad, poder trabajar de esta manera.
Un Sueño Hecho Realidad

