Con combustibles en niveles altos y una economía que busca eficiencia, las empresas que ganarán no serán las que intenten ‘adivinar’ el precio de mañana, sino las que rediseñen su operación para depender menos de él, explica Experto CETYS
El costo de la gasolina en México ha permanecido en un crecimiento sostenido desde el año 2016, alcanzando en 2025 niveles que han puesto a prueba la competitividad de las pequeñas y medianas empresas (PyMEs). De acuerdo con el Dr. Maciel García Fuentes, docente de la Escuela de Administración y Negocios de CETYS Universidad Campus Mexicali, el aumento actúa como un multiplicador de costos, especialmente en logística y distribución, dos áreas clave para el funcionamiento de las empresas.
Asimismo, mencionó que la inflación general del país se ubicó en 3.51% en julio de este año (su nivel más bajo desde 2020), sin embargo, los energéticos muestran un comportamiento muy distinto: el diésel alcanzó en enero un promedio de $25.99 por litro y la gasolina Premium $25.56, mientras que la Magna subió 7.7% en un año, muy por encima de la inflación general. Esta diferencia impacta de manera directa en la rentabilidad de las PyMEs, que conforman la mayor parte del empresariado mexicano y sostienen en su mayoría el empleo formal.
El efecto del alza es acumulativo: los costos de transporte elevan los precios de insumos, alimentos y servicios, generando presiones inflacionarias que terminan por llegar al consumidor final. “Las PyMEs son más sensibles a estas alzas porque operan con márgenes estrechos y menor capacidad de negociación para trasladar costos sin perder competitividad”, explicó el académico.
Estrategias para enfrentar el reto
Frente a este panorama, el Experto CETYS destacó cuatro líneas de acción que las PyMEs han comenzado a implementar:
- Optimización logística con datos y ruteo inteligente. Mediante plataformas de ruteo inteligente y telemetría para reducir kilómetros recorridos y tiempos muertos, como consecuencia: menos desvíos, mayor consolidación de carga y mayores índices de puntualidad.
- Renovación selectiva de flota y “mix” tecnológico. Apostando por unidades más eficientes e híbridas; tan solo en febrero de 2025, las ventas de autos verdes crecieron 29.2% en México, según la AMDA, señal de que la oferta y el arrendamiento están encontrando mercado corporativo.
- Compras colaborativas y externalización. Permiten compartir costos y acceder a tecnologías sin necesidad de grandes inversiones iniciales.
- Gestión fiscal y financiera del energético. Ajustando contratos, viáticos y aprovechando incentivos como la deducibilidad de gastos en combustibles.
Por otra parte, el Dr. García señaló que el aumento de los combustibles también abre espacio para sectores emergentes. Soluciones de logística digital, servicios de movilidad compartida y la electromovilidad se perfilan como áreas de oportunidad.
Enfatizó que aunque la inversión inicial del transporte eléctrico sigue siendo un reto para las PyMEs, los beneficios son cada vez más tangibles. A nivel mundial, se espera que las ventas superen los 20 millones de unidades en 2025, lo que reducirá los costos tecnológicos y facilitará su adopción. Sin embargo, en México la transición dependerá también de la política energética y de la capacidad de generar un ecosistema que incluya financiamiento, infraestructura y alianzas estratégicas.
“Con combustibles en niveles altos, un escenario global de incertidumbre, y una economía que busca eficiencia, las empresas que ganarán no serán las que intenten ‘adivinar’ el precio de mañana, sino las que rediseñen su operación para depender menos de él. Optimizar rutas, digitalizar la logística, transitar estratégicamente a flotas bajas en emisiones y gestionar el riesgo fiscal del energético ya no es una moda: es costeabilidad aplicada. Esa es la verdadera ventaja competitiva”, concluyó el académico.