- La geopolítica está reconfigurando la cadena mundial de semiconductores y México debe moverse rápido para capitalizar esta ola.
- Para 2030, el país podría convertirse en un proveedor estratégico dentro de Norteamérica.
El futuro tecnológico de México pasa sí o sí por los semiconductores. Su disponibilidad impacta desde la producción automotriz hasta la incorporación de Inteligencia Artificial en la vida diaria. Por eso, el país necesita una estrategia nacional —pública, privada y académica— que abra la puerta al diseño, manufactura y suministro de chips. Esa fue la principal conclusión del encuentro digital “Chips en Juego: cómo la geopolítica está reescribiendo la cadena global de semiconductores”, organizado por CETYS Universidad.
El encuentro estuvo encabezado por el Dr. José Luis Jáuregui, Catedrático de Posgrado en CETYS Universidad, especialista y coordinador del Clúster Tijuana-Tecate de Semiconductores en Baja California.
Su misión será fomentar la vinculación entre universidades y empresas del sector de semiconductores, nanotecnología y microelectrónica, impulsando la formación de talento altamente capacitado para la industria., quien expuso a medios de comunicación los factores políticos, económicos y tecnológicos que están moldeando el destino de esta industria clave. Desde los efectos del nearshoring hasta la dependencia de materias primas y talento especializado, el panorama exige decisiones rápidas y de largo plazo.
“Los chips están en todo: teléfonos, autos, pantallas, computadoras y, ahora, en la IA. Sin ellos, la economía simplemente no funciona”, señaló Jáuregui. De ahí la urgencia de que México aspire a la soberanía tecnológica, reduciendo su vulnerabilidad ante shocks globales.
La tensión comercial entre China y Estados Unidos ha puesto en jaque la cadena de suministro. Las restricciones de exportación de procesadores y los bloqueos a empresas como Nvidia han generado incertidumbre y riesgos para países con industria automotriz y electrónica, como México. Ante esto, el experto subrayó que el país debe acelerar un plan nacional de industrialización tecnológica, pues la falta de microprocesadores ya amenaza la continuidad operativa de sectores estratégicos.
Instalar una fábrica de chips, sin embargo, no es un reto menor. “Se requiere una inversión de alrededor de 500 mil millones de dólares. Es un esfuerzo que solo puede lograrse con la visión conjunta del gobierno, la iniciativa privada y la academia, comprometidos a 30 o 40 años”, afirmó el Dr. Jáuregui. Además del capital, se requieren incentivos, acuerdos especiales y la formación de talento altamente especializado.
Aunque México ya participa en el diseño y planeación de microprocesadores, la manufactura sigue siendo el gran pendiente. “Tenemos una manufactura fuerte en automotriz y electrónica, pero nada en semiconductores. Aún no existe el ecosistema: faltan proveedores, materiales, componentes y cadenas de valor establecidas. Por eso, hoy México no es visto como un jugador esencial en la cadena global”, advirtió.
El país tiene la oportunidad de convertirse en proveedor de materiales estratégicos, como silicio y componentes críticos, y de bienes intermedios necesarios para la fabricación de chips. Además, este año el Gobierno federal anunció la creación del Centro Nacional de Diseño de Semiconductores Kutsari, un paso clave para impulsar el talento y la innovación. Pese a las tensiones dentro del T-MEC, México hoy es el principal socio comercial de Estados Unidos, con el 17% de sus importaciones provenientes del país. Esto abre una ventana única para subir de nivel en la cadena tecnológica de Norteamérica.
“Para el 2030, espero que varias empresas ya estén produciendo microprocesadores en el país, a un volumen pequeño pero circunstancial para la industria mexicana”, expresó el Dr. José Luis Jáuregui.
El camino será gradual: primero consolidarse como proveedor clave dentro de la cadena de valor estadounidense; después, dar el salto hacia la construcción de fábricas de semiconductores. Pero la oportunidad está sobre la mesa —y el reloj ya corre.
