El intercambio académico deja una increíble experiencia de formación, satisfacción y de carácter personal. Quizás piensen qué tiene de especial haberlo hecho aquí en México, y no en Europa, Sudamérica o en Asia; culparía un poco el tiempo que tuve para haberlo planeado con anticipación, pero quiero que sepan algo: no me arrepiento de haberlo hecho. Tuve un encuentro global allí mismo.Hice entrañables amistades de diferentes partes del mundo: China, Corea del Sur, Japón, Estados Unidos, Alemania y Francia. Todos conviviendo y compartiendo al máximo lo mejor de cada cultura. La experiencia de degustar las comidas típicas de cada país es algo que nunca olvidaré, así como aprender de sus hábitos y tradiciones, además de unas cuantas frases de sus respectivos idiomas. Fue algo asombroso.Por otro lado, me encantó ser anfitrión de mi México querido con mis amistades extranjeras, haciéndoles conocer la comida típica, su gente, un poco de su historia y su tan variada música folclórica. Me sorprendió el que un muy amigo mío procedente de China, quiso que le enseñara a tocar la Bamba en guitarra y ver que lo lograra al final.Monterrey es sin duda alguna, la ciudad industrial de México. Es asombrosa la inmensa cantidad de empresas multinacionales mexicanas regias que existen, tales como: Vitro, Cervecería Cuauhtémoc Moctezuma y Cemex, entre otras, además de las extranjeras y los corporativos también allí ubicados. Su capital, Nuevo León, cuenta con una gran cantidad de bellezas naturales, exposiciones y eventos de talla internacional. A los estudiantes les recomiendo una cosa que hice: reserven sus prácticas profesionales y háganlas durante su intercambio. La idea suena algo descabellada, pero a mí me sirvió para salir y conocer más de Monterrey y a su gente emprendedora y trabajadora; apreciar sus edificios corporativos, así como la manera rápida y acertada de trabajar.*Extracto de testimonio.
Me quedo con una increíble experiencia


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