Las marchas del fin de semana y la nota roja que a cada momento reportan los medios de comunicación hacen que el sentimiento de inseguridad haya crecido en estos días. El miedo avanza y los simples ciudadanos nos damos cuenta que la solución al problema tan grave de inseguridad que viven nuestras ciudades está lejos de resolverse.Las marchas sin duda son una muestra del hartazgo de los ciudadanos, víctimas directas o indirectas de secuestros, homicidios y "levantones". Sin embargo, hay un dato que llama la atención sobre el desarrollo de las marchas: muchos de los presentes en ellas las utilizan como su forma de protestar frente a las autoridades que cada día se ven más pequeñas ante testimonios tan desgarradores de las víctimas.Es así como vemos en la televisión y escuchamos por la radio los testimonios de rabia de quienes marchan, porque sienten que las autoridades no están cumpliendo con su trabajo. Es más, durante la reunión del pasado Consejo Nacional de Seguridad Pública, se escuchó la voz del padre de un niño secuestrado y asesinado decirles en su cara a las más altas autoridades: "si no pueden, renuncien".Llama la atención que los ciudadanos enfoquen su impotencia fundamentalmente hacia las autoridades porque no nos brindan seguridad. Por su parte, las autoridades de los tres órdenes de gobierno hacen declaraciones inocuas que no comprometan la permanencia en sus puestos, su prestigio personal o ambos. Eso de poco o nada sirve para restablecer un tejido social tan descompuesto.Por ello, me surge la duda sobre la utilidad de las marchas en contra de la inseguridad como las del fin de semana pasado. Me he imaginado incluso a alguno de los secuestradores viendo la marcha por televisión y escuchando a los entrevistados "tronar" en contra de las autoridades, ante lo cual este siniestro personaje muy probablemente estaría sonriendo, pues irónicamente, con ello se "desgastan" más las autoridades encargadas de atraparlo y ponerlo tras las rejas. Nos ha faltado audacia como sociedad para protestar masivamente pero fundamentalmente en contra de los delincuentes. Nos ha faltado valor quizá para tomar a alguno de estos oscuros personajes de quien se conoce su identidad y dedicarle una marcha exclusiva en la que se den a conocer su fotografías y su "semblanza". Nos ha faltado organización para agruparnos por cientos e ir a la casa de los familiares de alguno de estos delincuentes sin escrúpulos y encararlo a él y a su familia, obligándolo a sentir el mismo miedo que sentimos los demás.No quiero minimizar el valor que representa salir a la calle a reclamar a las autoridades por la inseguridad que a todos agobia. Sin duda es una excelente muestra de un vigor social que está dispuesto a tomar casi cualquier medida para poder gozar de un entorno seguro.Mi análisis tiene que ver con el cauce que debe seguir ese vigor social. Las marchas, manifestaciones y quizá también el apoyo de los medios de comunicación para esta causa, tendría que pasar entonces por el señalamiento directo en contra de secuestradores, homicidas y en su caso de sus cómplices. Con ello se pondría un dedo en la llaga al señalar a los causantes directos de tanto desasosiego. No se trataría de linchamientos, sino sólo de señalamientos concretos que obligarían a las autoridades a actuar.Ojalá veamos una marcha en la que se lleven carteles de secuestradores y homicidas. Ellos son los principales causantes de tanto desorden. Si eso sucede, con el tiempo también llegaremos a ver en esas marchas los carteles y semblanzas de servidores públicos. Esa sería quizá otra diferencia: que se oriente todo el vigor social en contra de tal o cual policía corrupto o de tal o cual Agente del Ministerio Público cómplice de los delincuentes. Muy probablemente las cosas irían cambiando poco a poco dentro de las autoridades que hoy en día dan la impresión de "nadar de muertitos" frente a la inseguridad, tan sólo para no dejar de cobrar su sueldo.
La Utilidad de las Marchas

