Humor negro y cochinadas

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Vientres más que imperfectos, maltrechos; dientes podridos e inmundos; abundantes vellos sin orden ni intensión de retirada y axilas sudorosas; orejas y hocicos nauseabundos: criaturas repulsivas con figuras de un perro chihuahua psicótico y un gato benévolo a un extremo poco conveniente para su propia ¿persona?, criaturas que forman parte de nuestra infancia, y que están de visita en la galería del Centro Estatal de las Artes hasta el 7 de abril en la exposición de un coleccionista particular que ha llamado a esta muestra "La asquerosa y repulsiva colección perdida de Ren y Stimpy".Ya todos sabemos que a los que fuimos niños en los 90´s nos encanta alardear de la originalidad de los dibujos animados de entonces, pero en nuestra defensa debo añadir que más que la dedicación y tiempo necesarios que se les inyectaba a aquellas animaciones, es posible encontrar en ellas historias atrevidas, excéntricas y hasta de crítica social, como el caso de Ren y Stimpy, que le valió en cierto momento a su creador John Kricfalusi el rechazo no sólo de padres de familia, sino en de la cadena Nickelodeon, casa televisiva que albergaba al show del can y el felino.Esta y otras series animadas de la época como "Monstruos de verdad" y "La Vaca y el Pollito", ocuparon un importante lugar en las mentes jóvenes de fin del siglo XX, quienes amábamos la repulsividad e irreverencia de sus personajes y situaciones sin comprender del todo los momentos de neurosis, miseria y horripilación mostrada en cualquiera de estos programas. Este tipo de expresiones de exaltación de cierto desequilibrio mental, emociones intensas y situaciones grotescas no son nada nuevo en el mundo artístico, para comprobarlo basta con ver "Un perro andaluz" de Luis Buñuel, presenciar la representación de "Psicosis de las 4:48" de Sarah Kane, leer las obras del marqués de Sade o la recopilación del poeta surrealista André Breton llamada "Antología del humor negro".En lo que respecta a otro grupo de series animadas de los 90´s menos inquietas gráficamente y menos inquietantes argumentalmente encontramos ejemplos como "Oye Arnold", y "Daria", que puede decirse de estas que a pesar de entrar dentro de la categoría de animación muestran temas de la vida del joven común de una manera más adulta que las series de su tipo; personajes que se enfrentan a situaciones que la idealización de la juventud no permite que muchos adultos asimilen la importancia de los cambios en esta etapa.Los protagonistas de estas series son inteligentes, diferentes y buscan su lugar en el mundo. Arnold desde un barrio multirracial a cargo de sus abuelos debido a la muerte de sus padres se enfrenta muchas veces a situaciones difíciles que debe asumir con madurez, y su compañera Helga que lidia con sus sentimientos hacia él y la incomprensión en casa; Daria, cuyo mayor tesoro es su mejor amiga Jane usa una estrategia distinta para salir lo mejor librada posible de un entorno que es a todas luces poco coherente y superficial, lo cual mantiene la inconformidad de la protagonista: sólo quiere leer en paz y que no se metan con ella.Algo tuvieron los 90´s, todas las épocas lo han tenido, las series animadas representativas de entonces nos han dejado una reconciliación con lo grotesco y lo crudo, parte de la naturaleza humana, de nuestros deseos ocultos y nuestros problemas y comunes. Nos dejan, además, un mensaje de que no somos de cristal como para rompernos con cualquier golpe, que somos capaces de soportar las situaciones difíciles y salir avante de ellas, recuperando la integridad que a veces las circunstancias hacen tambalear; que en la imperfección no hay nada de malo, sino que es parte de nosotros, y al ser perfectibles tenemos la oportunidad de buscar siempre bienes morales más altos. Para complementar:"Psicosis de las 4:48" de Sarah Kanehttps://aquariablog.files.wordpress.com/2010/08/4_48.pdf"I Miss You" de Björkhttps://www.youtube.com/watch?v=IKSoBJ8WirE  ——————————————————————————————–Si eres estudiante de CETYS Universidad, Campus Mexicali y te interesa participar en esta sección, manda un correo a paulina.buendia@cetys.mx.

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