Formar parte de un programa de intercambio es una experiencia enriquecedora en muchos aspectos. Vivir en otro lugar durante un año y adaptarte a la cultura del país anfitrión es un proceso muy interesante y divertido; al mismo tiempo adquieres otra perspectiva, desarrollas un juicio más crítico y objetivo. Con una experiencia de intercambio inicia también un proceso de crecimiento personal: vivir solo y ser independiente tiene muchos beneficios, pero también conlleva responsabilidades. Es necesario administrar bien el tiempo. En el caso del Doble Grado, cursas un programa de tiempo completo, tienes tareas, laboratorios y proyectos; te haces cargo de actividades de la vida diaria, sin dejar de lado el relacionarte con otros estudiantes para planear viajes y conocer de forma eficiente y barata.Además de los beneficios culturales y personales, en la parte profesional progresas muchísimo. En la segunda mitad del año, comencé mi proyecto de graduación en una empresa de talla internacional, en la sede de investigación y desarrollo. Este involucraba el desarrollo de una máquina virtual para simulación de sistemas embebidos. Fue una oportunidad excelente para adquirir experiencia en el ámbito técnico: Holanda está muy orientada a la investigación; muchas de las oportunidades giran en torno a esto. Relacionarte en un ambiente de trabajo con personas de otra cultura (relajada y eficiente) y que hablan un idioma diferente, representa un reto técnico muy interesante que deja un sentimiento de realización personal enorme al concluir el proyecto de manera satisfactoria. La experiencia del Doble Grado es totalmente positiva en todos los sentidos: progresas en el ámbito personal, técnico y emocional.
Cursando el Doble Grado en el extranjero


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