La primera semana del mes de febrero tuve un viaje a Washington, D.C. donde participé en el "2010 Internationalization Collaborative", evento auspiciado por el American Council on Education (ACE). Mi arribo a esta ciudad fue el miércoles 3 de febrero, esperando regresar el viernes 5 por la tarde. Aunque mi participación fue en Washington, mi vuelo llegaba y salía de Baltimore, Maryland, cerca de la capital del vecino país.El viernes alrededor de medio día inició una tormenta de nieve, por lo que mi vuelo de regreso, programado para el 5 de febrero, había sido cancelado y reprogramado para el sábado 6. La tormenta duró desde el viernes a medio día hasta el sábado en la noche y cerraron aeropuertos hasta el domingo, siendo nuevamente reprogramada mi salida hasta el domingo 7.La tempestad dejó cerca de 30 pulgadas de nieve y una gran problemática en las ciudades que cerraron las vías de transporte debido al desastre natural. Obviamente esto afectó a los aeropuertos que permanecieron cerrados buena parte del domingo, operando sólo unos cuantos por la noche, por desgracia mi vuelo tuvo que recorrerse para el lunes 8 de febrero. Hasta entonces salí de Baltimore, para finalmente arribar a San Diego alrededor de las 9:00 p.m. y eventualmente a Mexicali alrededor de las 11:30 p.m.Afortunadamente pude salir antes del 9 de febrero, día en que azotó una nueva tormenta que paralizó buena parte de la zona Noreste de Estados Unidos. Éste suceso fue histórico, con un total de cerca de 60 pulgadas de nieve acumuladas que paralizaron aeropuertos, carreteras, trenes, suministros de energía eléctrica, escuelas y empresas, además de provocar accidentes y muertes. Algo que es innegable es que contra las fuerzas de la naturaleza no tenemos control, y eso muchas veces sirve para ubicarnos como seres humanos, sensibilizándonos y dándonos algo de humildad.*Extracto de testimonio.
Atrapado en Baltimore


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