Esta fue la primera vez para mí en salir de México y fue una experiencia que quedará marcada por siempre en mi memoria. Japón es un país muy diferente a mí país en muchos aspectos: el modo de transportarse, el modo de trabajar, el modo de relacionarse. Me sorprendió la organización y respeto que tienen para todo: son muy detallistas; pero sobre todo me impresionó la amabilidad de la gente.Cuando recién llegué, todo a mí alrededor me parecía nuevo y extraño. La escuela quedaba a más o menos una hora en metro. En el camino se miraban a través de la ventana los edificios, ríos, puentes, parques. También pasé por muchas partes en bicicleta, ya que las calles de Japón están diseñadas para que la gente use este medio de transporte y hasta tienen más estacionamientos que los carros. Además de conocer lugares muy interesantes donde convive la tecnología con la naturaleza y la tradición. Visité dos castillos y varios templos, uno de ellos fue Todai-ji en Nara, en el que se encuentra la estatua de Buda más grande de Japón. También participé en un ritual de renacimiento en Kyoto. Por estos cuatro meses puedo decir que viví en Japón, no sólo porque estuve ahí, sino porque experimenté su cultura en el mayor número de ámbitos posibles.Fue muy satisfactorio superar los obstáculos como el idioma y la diferencia cultural. Al principio es difícil, pero lo vas haciendo parte de tu vida. Me siento muy afortunada de poder decir que Japón se convirtió en parte de mi vida. Ahora que he regresado a mi país, me siento una persona diferente, con deseos de aprender más y vivir nuevas experiencias que me ayuden a seguir creciendo como persona.*Extracto de testimonio.
Japón se convirtió en parte de mi vida


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