Umbral: Palabra de Joven

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Nuestras nobles embarcaciones, empacadas con sueños de áureas venas, comenzaban a surcar la mar ignota. La meta era clara; casi podían olerse las costas viridiscentes del Cipango.

Pensábamos que había comenzado el viaje.

En la imaginación, meses transcurrieron, y los chamizos y páramos peninsulares comenzaban a ser añorados ante la vastedad de ese desierto azul. Pasaban por la mente las peores conjuras, sinrazones y calamitosas consecuencias de nuestra inmensa osadía.

Y así dimos vuelta al mundo, hasta ver costas familiares.

Pétreos riscos, cimas escarpadas y la impronta del ocre. Habíamos cruzado el umbral especular para vernos regresar diezmados.

Buscamos atracar mientras una ráfaga de calor, soplando con vehemencia, nos saludaba.

El terreno era el mismo; las crestas, los valles, el andar presuroso y la salvedad de la expectación en los rostros presentes.

Habíamos llegado a puerto, ¿pero realmente traíamos de vuelta el tesoro por el que habíamos partido?

Despertamos de nuestra ensoñación.

Y zarpamos un tres de agosto…

2018 es un año relevante por muchas razones, en especial durante agosto: mes de cambio y de inicio. Se cumplen 526 años del histórico viaje que forjó el destino de la humanidad y la puso en contacto con una riqueza sin precedente.

Sin embargo, su relevancia trasciende lo temporalmente remoto: hoy día casi sesenta mil jóvenes en Baja California inician su educación superior. Es un tiempo de reencuentros, dudas, expectativas y mucho potencial, pues nada volverá a ser como antes, sin importar la dimensión de este cambio; bien sea si los aludidos se encuentran con nuevos compañeros de andanzas, vean partir a los anteriores, o sean propiamente ellos quienes dejen las comodidades del medio próximo, la introducción dentro del crisol de ideas que representa la vida universitaria tiene repercusiones colombinas para el microcosmos personal.

Si bien el entorno académico es relevante, las responsabilidades crecen de igual forma, y constituyen el punto focal de la vida universitaria, una preparación que, sin embargo, se vería incompleta de no contar con el componente laboral, aquel que cimenta la verdadera independencia juvenil.

Trascendiendo el caudal de algunos recién ingresados, será solo el tesón y sensatez en el equilibro de ambas esferas aquello que les mantendrá en el camino a ser profesionistas de bien, incluso si la necesidad es grande.

Según Animal Político (2017), solo el 17% de la población en edad laboral cuenta con un título universitario en México, consecuencia del grave problema de deserción escolar en los estadios previos. Esta problemática no se limita a factores socioeconómicos en el caso de la universidad, sino también a concepciones personales.

Cuando existen los medios para estudiar, es óptimo llevarlo a cabo, máxime el profundo crecimiento, no solo económico, que esta actividad garantiza, cual lo ilustran los diecisiete jóvenes haitianos, motivo de profundo orgullo, quienes, pese a las carencias, fueron capaces de acceder a carreras tan demandadas como Medicina.

Esta problemática, por ende, no puede reducirse a la aumenta de la oferta, cual sugiere el virtual presidente electo, sino ha de resolverse mediante un replanteamiento en la juventud del auténtico valor del estudio, no como garante de éxito u obligación, sino como elemento de capacitación y capacitancia, persiguiendo un objetivo claro: la superación personal y la búsqueda de enfocarla al mejoramiento del entorno.

En esta mar, a diferencia de la historia titular, no hay sortilegio de océano reflejado. En ella, la reflexión es adecuada, pero no ha de ser ancla ni vela; la duda es natural, pero no debe ser esclavizante, sino constructiva. Pues si se tiene nao o carabela se ha de realizar este periplo con el gusto de saberse cada vez más próximo al objeto del viaje.


Autor: Aldo Sainz, estudiante de la Licenciatura en Derecho y becario en el Departamento de Comunicación y Relaciones Públicas de CETYS Universidad, Campus Mexicali.

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