“Que no me falte comida ni techo en donde dormir”: Silverio Valenzuela

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Silverio Valenzuela, nacido en mayo del 1952 es un empaquetador dedicado, noble y con mucha responsabilidad en su trabajo y con su familia. Actualmente a sus 64 años de edad, Silverio divide su tiempo al trabajar de empaquetador y ser un padre responsable y atento a todas horas. Él, labora en Calimax Montecarlo ubicado en nuestra ciudad desde hace tres años, y anterior a esta labor se desempeñaba como albañil y carpintero.

Silverio posee el valor de la dignidad y tiene una visión clara de que en la vida hay que esforzarse para poder conseguir lo que se quiera lograr, ya sea a corto o a largo plazo:

“No puedo recibir dinero solo por la razón de que la gente quiera dármelo, tengo que trabajar para poder recibir algo a cambio”, aseveró.

Al ejercer una profesión o un oficio, se recibe un pago, y si bien, para Silverio esta no es la razón principal para laborar, el sustento de la casa y de la misma persona si lo son.

Al respecto comenta: “Trabajo en esta actividad debido a motivos económicos, porque no estoy pensionado y necesito una fuente de ingresos para poder sobrevivir día con día”. Para él no contar con esta ayuda es un problema, ya que no recibe ningún apoyo de ninguna institución.

“Yo soy plomero, nomás que como ya me miran de edad, no me quieren dar trabajo”.

Todo trabajo requiere de ciertos requisitos y un proceso para poder ingresar, y esta labor no es la excepción: “Ser empaquetador, es un proceso muy sencillo y voluntario. El requisito principal es tener 60 años en adelante, y algunos secundarios son: tener certificado médico, acta de nacimiento, recibos de luz o agua”.

Silverio recibe un aproximado de $200 pesos al día de las propinas que la gente le da, trabajando cuatro horas, durante seis días a la semana. Lo que daría un aproximado de $3,600 pesos al mes, por consecuente este sueldo lo limita a solo satisfacer necesidades básicas como el tener agua, luz, comida y una casa donde poder dormir.

“No ganamos para más”, refiere quien tuvo una infancia marcada por el infortunio. “Yo era un campesino desde que era un niño y tuve que hacerme responsable de mis hermanos, porque mis padres fallecieron desde que yo era muy chico. Tuve que trabajar desde pequeño”, concluyó.

 

**Este artículo es publicado simultáneamente en el periódico LA CRÓNICA, mediante el proyecto #GeneraciónDelCambio. 

Evelyn Cosío LuquínAutor:

Evelyn Cosío Luquín, 16 años, integrante de la 2da. Generación del Taller de Periodismo, ofertado en Preparatoria CETYS, Campus Mexicali.

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