Al hombre hipermoderno : reflexión

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Ante el ascenso de la incertidumbre provocada por la caída de los grandes soportes sociales (Dios, la Razón, el Estado, etc.) que garantizaban al hombre un lugar seguro en el mundo, se ha desencadenado una gran ola de intentos humanos por sostenerse de pequeños pero estimulantes anclajes; uno de ellos como lo menciona Buber (2010) es “el tráfago de las ocupaciones”. Lo que implica llenarnos de actividades y experiencias, convertirnos en máquinas que hacen cosas y viven momentos, que realizan funciones que necesariamente pasan por el control del rendimiento, la transparencia y la positividad emotiva (Chul-Han, 2013). Esto está provocando severas crisis de depresión, y ansiedad, que postran a muchos individuos frente a su propia exigencia de éxito. Ante la obsesión por la disponibilidad absoluta 24/7 que genere bienestar se desplaza al bienser. El bienestar lo logramos haciendo muchas cosas y estando en muchos lugares, el bienser lo logramos a través de la escucha activa y plena, la palabra puesta en diálogo, la solidaridad que genera lazos profundos que se convierten en relaciones horizontales y participativas. El activismo nos aleja de lo humano si no tiene como finalidad encontrarse con los otros “yo”, que se convierten en “nosotros” una vez que hemos penetrado su ser a través de la experiencia compartida.

Buber (2010) nos menciona que el hombre ha hecho de su creatividad una especie de Frankenstein que ha superado a su mismo creador. Las máquinas se convierten en muchos sentidos en reemplazantes humanos, dejan de servirle para provocarle dependencias. Hoy, la mayor de ellas es, la pantalla de su teléfono inteligente (Greenfield,2015). Aunado a esto, la economía global ha pasado de ser la ciencia de la supervivencia a una ciencia de la utilidad ilimitada y excluyente. Una disciplina que genera, según Bauman (2015), vidas desperdiciadas y una cultura de residuos humanos. La política real, a su vez, nos ha enseñado que en la lucha por el poder no se escatima en poner al mismo hombre como trampolín para la consecución de fines exclusivamente materiales. Ante este panorama Buber (2010) afirma que el hombre moderno se encontró con el hecho más terrible: ser el padre de unos demonios que no podía sujetar.

Y, sin embargo, desde estas realidades es necesaria y urgente una concepción humana que sea capaz de integrar a este hombre fragmentado, descontextualizado, que se pierde en las partes y no logra integrar sus dimensiones. La propuesta debe fundamentarse en la aceptación de lo que somos, no solo de lo que quisiéramos ser, de todos nuestros elementos que, racionales o no, son humanos; nuestra compasión y crueldad; nuestra renovada esperanza y nuestro crudo pesimismo (Brown,2016). Se necesita encontrar los lugares comunes desde donde construir los nuevos pactos que nos saquen de nuestro aislamiento. No podemos continuar con esta intensa destrucción de los lugares públicos que generan encuentros (Louv,2012). Necesitamos recapitular y juntos tratar de ver el todo, sin dejar de ver que las partes que lo componen son diferentes y únicas.

Referencias

Bauman Z. (2015). Vidas desperdiciadas. La modernidad y sus parias. México: Paidós.

Buber, M. (2010). ¿Qué es el hombre? México: FCE.

Brown, R. (2016). El poder de ser vulnerable. México: Urano.

Chul Han, B. (2013). La sociedad de la transparencia. Barcelona: Herder.

Greenfield, S. (2105). Mind Change. How digital technologies are living their mark on our brains. New York: Random House.

Louv, R. (2012). The nature principle. Reconnecting with life in a virtual age. New York: Algonquin Paperbacks.


Dr. Carlos A. González Palacios Profesor, Colegio de Ciencias Sociales y Humanidades CETYS Universidad, Campus Mexicali

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Discussion about this post

  1. JOSE LUIS ESPINOSA says:

    Coincido… se hace patente la añeja y siempre actual necesidad básica: “conócete a ti mismo”… porque la tragedia es que podemos “descomponernos” y volvernos una realidad no-humana…

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